El discurso de la modernidad segun distintos autores


El siguiente trabajo es un examen parcial de la Catedra Marteau de Fundamentos teoricos de la produccion artistica IUNA



1) Describir el discurso de la modernidad utilizando los conceptos clave trabajados por
Stephen Toulmin (ST) Cosmópolis
Marshall Berman (MB) Todo lo solido se desvanece en el aire
Reinhart Kosellek (RK) El futuro pasado
Presentar en forma de tabla, esquema o mapa conceptual.


Hablar de modernidad es utilizar un termino polisemico que requiere precisar sus alcances. Los tres autores estudiados tienen ellos mismos una mirada particular de lo que se alude al decir modernidad aunque coinciden en un discurso básico.
La edad moderna es un periodo histórico cuyo comienzo suele ubicarse entre finales del siglo XVI  y principios del XVII.  Como es común en estos casos los limites entre lo medieval y lo moderno no son tajantes y diversos autores pueden legítimamente tener diferencias, ST se interroga acerca de este problema y concluye que la aparición hacia 1630 del Discurso de método, de Descartes, contemporáneamente con los descubrimientos de Galileo y los Principia  Matemática de Newton, son los acontecimientos que se consideran fundantes de esta nueva época.
No obstante es Kant en el siglo XVIII quien, con mayor perspectiva temporal define el andamiaje filosófico de lo que se denomina iluminismo  y que caracteriza a la modernidad, postulando que el hombre europeo ha decidido pensar a la luz de la razón, apoyándose en la lógica formal, metódicamente, dejando de lado tradiciones y supersticiones, razón que bien usada, le permitirá alcanzar la Verdad.
Este método racional es la herramienta que permite investigar y descubrir las leyes que rigen la naturaleza y  en consecuencia, dominarla. A medida que se aplique en todos los campos de la ciencia comenzaran a percibirse los avances y descubrimientos que iran gestando la idea del progreso posible.
Rápidamente se difunde la creencia de que con el tiempo, los avances de la ciencia iran superando todos los obstáculos y se lograra el bienestar general de la humanidad. Aparece un horizonte de promesas en el futuro que incentiva la búsqueda constante de innovaciones tecnológicas, científicas, políticas, artísticas, etc.
El discurso de la modernidad entonces, se relaciona con la innovación, lo nuevo, el progreso, los avances en todos los campos del conocimiento, el futuro y el bienestar de la humanidad, todo esto a partir de un enfoque metodológico racional y lógico.
Se constituye una nueva relación de objetivación del mundo a partir del dualismo cartesiano y del evolucionismo los que se combinan para sostener un proyecto moderno expansivo hacia todo el mundo: Europa ha encontrado la luz de la razón y como tal se sitúa en la cumbre de la civilización occidental y cristiana, con un destino histórico que parte de un estado de naturaleza  y evoluciona hasta el hombre europeo y ahora Europa, liderando la civilización tiene la misión de llevar esa luz  a los confines del mundo que espera ansioso liberarse de las oscuridad de sus propias tradiciones y conseguir el ansiado bienestar general, motor del progreso y justificación del orden y control social necesarios para su imposición.
En el mismo sentido la “luz” de la modernidad se opone a la “oscuridad”      medieval en la que el hombre se encontraba en un tiempo quieto, a la espera de la llegada del Apocalipsis. Ahora, con las nuevas ideas, según RK, el horizonte de expectativas humanas abandona la espera del juicio final, que viene demorándose, y se empieza a alejar hacia un futuro que se llena de promesas.
Para RK  la modernidad implica una nueva percepción del tiempo, cambia la perspectiva de la historia, se produce un distanciamiento entre el horizonte de experiencias (lo viejo) y el horizonte de expectativas (lo nuevo) apareciendo un futuro diferente: ya no se piensa el futuro como un destino que esta escrito o al arbitrio de la voluntad de los dioses sino que puede ser producido, proyectado o diseñado por la voluntad del hombre y en consecuencia cargado de sentido.
La irrupción de lo nuevo modifica el mundo material con al aparición de nuevos objetos y el mundo espiritual con nuevos estilos : hay un quiebre permanente con lo viejo que se renueva constantemente. El hombre autónomo, libre y creador se desprende del pasado, trasgrede las reglas y se abre al futuro, a la experimentación en todos los campos: en el arte con las vanguardias, en la política y en la filosofía con las revoluciones y las utopías.
Este futuro preñado de promesas desata una pasión irrefrenable por alcanzarlas dando lugar a la explosión política de las revoluciones inglesa y francesa y a la independencia (norte)americana.
Simultáneamente la comunidad intelectual y “científica” se empieza a organizar alrededor de nuevos paradigmas de conocimiento que surgen de la aplicación de este enfoque  y pronto comienzan a dar frutos: los desarrollo tecnológicos que posibilitan la “revolución industrial”.  Esto lleva a una progresiva acumulación de capital, el desarrollo del mercado mundial y del capitalismo, sentando las condiciones del colonialismo y luego del imperialismo.

Para MB la modernidad se constituye en una “forma de experiencia vital”, es decir una manera de vivir o experimentar el mundo, cuya característica es la contradicción permanente:  por un lado nos llena de promesas de progreso e inmediatamente nos amenaza con todo tipo de catástrofes naturales o humanas, integra la humanidad pero a su vez la divide, llegando a su tesis central  acerca del mundo moderno: todas las certezas (lo solido) se desvanecen en el aire, se licuan: demuestran su vacío.
MB señala la multiplicidad de cambios ocurridos en los últimos cinco siglos, que superan en cantidad y velocidad a los del resto de la historia de la humanidad: el crecimiento de la población mundial, la tecnología, la industria,  la expansión científica, la constitución de los estados nacionales, los centros hegemónicos, los medios masivos de comunicación, el mercado mundial de capitales, entre tantas otras cosas, todos acompañados por un permanente cambio de paradigma que se manifiesta en lo que llama la “vorágine de la vida moderna” a la cual los individuos y las sociedades deben adaptarse continuamente.
Para apuntalar su tesis MB analiza la obra de diversos autores y movimientos artísticos, filosóficos, políticos y sociales modernos: Rousseau, Marx, Nietszche, Weber, Marcuse, Baudelaire, Foucault, el futurismo, el modernismo, el postmodernismo, el pop art, la arquitectura, etc. en un despliegue abrumador (innecesario?) de erudición, para finalizar encontrándose con el hombre existente, él mismo, perdido, desorientado en el medio de un rió de ideas y refutaciones contradictorias, añorando un pasado mítico de solidez, de certezas, pero conciente de que ya no podrá alcanzar ese deseo. Encuentra al hombre actual volviendo “la mirada en busca de algo solido en que apoyarnos, solo para encontrarnos abrazando fantasmas” .
Plasma su conclusión afirmando: “Ser modernos, decía, es experimentar la vida personal y social como una vorágine, encontrarte y encontrar a tu mundo en perpetua desintegración y renovación, conflictos y angustia, ambigüedad y contradicción: formar parte de un universo en el que todo lo solido se desvanece en el aire. Ser modernista es de alguna manera, sentirte cómodo en la vorágine, hacer tuyos los ritmos, moverte dentro de sus corrientes en busca de las formas de realidad, belleza, libertad, justicia, permitidas por su curso impetuoso y peligroso.”




ST realiza una critica de los presupuestos históricos tradicionales de la gesta de la modernidad y  hace hincapié en lo que considera la falla en dicho enfoque que genera la crisis de la modernidad:  piensa que el pretendido rigor racional de la filosofía moderna no ha sido tal, ya que  el racionalismo ha tenido un sustento demasiado platónico, idealista y teórico, basado en los tres pilares de certeza, racionalidad formal y tabla rasa, que presuponía sistemas estables: un universo newtoniano, una “objetividad” ahistorica, etc., los cuales en la actualidad no resisten el menor análisis.  Su propuesta entonces  es recuperar una perspectiva humanista incluyendo la mirada aristotélica pragmática y contextual en el abordaje de los problemas de la interdependencia,  la diversidad cultural y el cambio histórico.
Figuras principales de gestión del proyecto de la modernidad
Descartes
Newton
Galileo
Kant
Discurso fundante
Razón  Ilustración
Progreso tecnológico  y científico
Avance en todos los campos del conocimiento
Innovación material y espiritual
Nueva relación sujeto/objeto: se objetiviza el mundo y se legitima su apropiación
Oposición a la tradición y superstición
Europa como culminación de la civilización y de la historia y líder  del proyecto de la modernidad
Misión de la modernidad
Bienestar general de la humanidad: salvar, educar y emancipar al mundo
Consecuencias internacionales
Acumulación de capital
Mercado internacional
Colonialismo
Capitalismo
Imperialismo



Claves de la Modernidad




Toulmin
Berman
Kosellek
Enfoque  conceptual de la modernidad particular de cada autor
La edad moderna empieza en el siglo XVII por la adopción de métodos racionales en todos los campos de la investigación
Intelectual: Galileo en la física y astronomía, Newton en matemática y física,  Descartes en la epistemología y Hobbes en la teoría política, afirmando el poder de la racionalidad y rechazando la tradición y la superstición.
Forma de experiencia vital: “Ser modernos es experimentar la vida personal y social como una vorágine, encontrarte y encontrar a tu mundo en perpetua desintegración y renovación, conflictos y angustia, ambigüedad y contradicción: formar parte de un universo en el que todo lo sólido se desvanece en el aire.”
Cambio en la percepción del tiempo: conciencia de vivir un tiempo nuevo.
Choque entre lo viejo (espacio de  experiencia ) y lo nuevo (horizonte de expectativas)
Constituyendo el futuro asociado al concepto de progreso.
Se puede prefigurar el futuro como proyecto o promesa
características
Tres pilares:
Certeza
Racionalidad formal
Tabla rasa
presuponía sistemas estables: universo newtoniano
Cambio permanente
Ambigüedades contradicciones
Oposiciones:
Sólido/gaseoso
Integrado/dividido
Certezas/incertidumbres
Desintegración/ renovación
Aceleración del tiempo
Pronostico racional: proyecto positivista al futuro vs. Espera medieval del juicio final (Apocalipsis).
Filosofía de la historia.
propuestas
Abordaje de los problemas de
Interdependencia
Diversidad cultural
conflictos y contradicciones mediante el enfoque filosófico  humanista y pragmático que se encuentra en la vertiente aristotélica
“Ser modernista es de alguna manera, sentirte cómodo en la vorágine, hacer tuyos los ritmos, moverte dentro de sus corrientes en busca de las formas de realidad, belleza, libertad, justicia, permitidas por su curso impetuoso y peligroso”
La historia como un proceso de perfeccionamiento continuo y creciente: progreso evolutivo. El hombre proyecta el futuro
Cuadro comparativo de los tres autores estudiados



2) Identificar y explicar brevemente las lecturas criticas de Quijano y de Souza Santos sobre el proyecto de la modernidad occidental.

Boaventura de Souza Santos (BSS) y Aníbal Quijano (AQ) tienen una mirada critica de la modernidad europea que parte de su ubicación  en la América meridional.
Es la mirada de los “descubiertos”, de los que conocen los efectos históricos de esta cultura moderna, eurocentrica e imperial.
BSS analiza cómo se posicionó el mundo europeo, con esta idea de si mismo como la culminación de la cultura, basada en el andamiaje ideológico de la modernidad, frente al otro, al no europeo. Observa que esta noción de superioridad requiere como condición de posibilidad la inferiorización del otro. Ese otro asume diferentes configuraciones que caracteriza: el oriente constituido como un verdadero otro amenazante, el indio americano en el lugar del salvaje, los negros que no ocupan ningún lugar, casi se les niega la humanidad y  la naturaleza, un recurso del cual apropiarse. Todos ellos sometidos a diversas estrategias de inferiorización (racismo, descalificación, genocidio, transformación del otro en objeto o recurso natural)
Ambos autores señalan el rol de la modernidad en la legitimación y naturalización de la superioridad europea al  considerar “la historia de la civilización humana como una trayectoria que parte de un estado de naturaleza y culmina en Europa”. Se apoya filosóficamente en el discurso hegeliano del sentido de la historia que “va  de Oriente hacia Occidente” donde culmina el proceso civilizatorio de la humanidad. Ubicada en occidente y en el norte, el resto del mundo esta en la periferia. La posición hegemónica se naturaliza a través de un imaginario que no solo acude a la filosofía, sino que utiliza todos los recursos disponibles: la ciencia, el arte, la religión, la tecnología, la propaganda, la educación, los medios de comunicación y por supuesto, cuando todo esto no es suficiente,  la violencia.
Es interesante señalar que este rol de descubridor no se asume en el momento fortuito del descubrimiento sino que es anterior: el descubridor se constituye como tal antes del descubrimiento, sale a descubrir porque se asume a si mismo con la capacidad y el poder de hacerlo. Por eso es esta particular posición de la Europa moderna  la que hace que el descubrimiento ocurriese en el momento en que ocurrió y no antes aunque hubiese habido contactos intercontinentales previos (vikingos, egipcios, etc.)
AQ por su parte focaliza su crítica alrededor de la creación de la idea de raza y de la consecuente clasificación de la población mundial bajo esta idea, como eje fundamental para la construcción del poder de lo que denomina capitalismo colonial moderno eurocentrado.
Esta idea de raza, amen de no tener ninguna entidad científica o biológica, surge tras el descubrimiento de América y se utiliza para naturalizar la superioridad de los europeos (blancos) sobre los demás colores raciales, imponiendo el modelo colonial como una consecuencia lógica de una disposición natural. El dualismo y el evolucionismo son dos de los elementos conceptuales claves en la fundamentacion del etnocentrismo europeo. Se piensan a si mismos “como lo nuevo y al mismo tiempo lo mas avanzado de la especiey a los demás como loanterior e inferior”.
De esta manera se legitima la conquista y las condiciones coloniales  basándose en el poder del conocimiento y la exclusión del otro y, mas adelante,  en base a los mismos presupuestos, se asocia la idea de raza a la de división del trabajo y del salario.

Cuando AQ habla de modernidad interpreta la misma en dos dimensiones diferentes de ocurrencia geográfica: la modernidad que ocurre en Europa caracterizada por el conjunto de ideas que se articulan en las primeras décadas del siglo XVII y a las cuales nos hemos referido en primer punto y  por otra parte, lo que ocurre en el resto del mundo cuando aparece América y se expande este proyecto a todas las culturas constituyendo el sistema global capitalista actual. Esta experiencia de la modernidad extraeuropea adquiere características diferentes a la primera.
AQ entiende que lo medular de la modernidad consiste en un cambio en la subjetividad, esto es en la particular relación sujeto/objeto que la modernidad propone a la humanidad. Este cambio afecta la subjetividad individual y del conjunto social.
El elemento fundante de la nueva subjetividad es la percepción del cambio histórico: una nueva perspectiva del tiempo y de la historia: la idea del futuro como algo que puede  ser producido por la acción de las gentes, por sus cálculos, sus intenciones , sus decisiones, por lo tanto como algo que puede ser proyectado y tener sentido. En esta apreciación AQ coincide con lo que expone RK en la expansión del horizonte de expectativas y la aparición de un futuro que el hombre puede construir.
Pero a su vez, esta nueva experiencia vital asume de acuerdo a los actores que la encarnen una percepción diferente, de ahí la contradicción, el conflicto, las ambigüedades ya que no se experimenta de la misma manera siendo europeo, latinoamericano o asiático.
Dice AQ que la  “cuestión central de la modernidad es la liberación humana como interés histórico  de la sociedad y su principal campo de conflicto”. Por eso aparece una tendencia universal a la democratización del poder, a la igualdad y a la horizontalizacion social y la des-sacralización de las jerarquías e instituciones como parte de la lucha por la libertad individual.
Por otra parte el proyecto de la modernidad se constituye en una particular perspectiva de conocimiento y de producción de conocimiento que se expande por todo el mundo, expropiando los saberes de las poblaciones colonizadas y reprimiendo sus universos simbólicos constituyendo así lo que AQ define como eurocentrismo, eje del patrón mundial de poder: colonial/moderno, capitalista y eurocentrado.
Sus elementos más importantes son:
1.     Su fundamento en el dualismo (europeo/no europeo, civilizado/primitivo, moderno/tradicional)  y en el evolucionismo (del estado de naturaleza a la sociedad europea moderna)
2.     la naturalización de las diferencias culturales entre grupos humanos por medio de la idea de raza.
3.     la distorsión temporal de esas diferencias percibiendo lo no europeo como pasado.


Esta categoría (eurocentrismo), refiere a una “especifica racionalidad o perspectiva de conocimiento que se hace mundialmente hegemónica colonizando y sobreponiéndose a todas las demás, previas o diferentes, y a sus respectivos saberes concretos, tanto en Europa como en el resto del mundo.
“La humanidad actual en su conjunto constituye el primer sistema-mundo global (…) Esta globalidad implica un piso básico de practicas sociales comunes para todo el mundo, y una esfera ínter subjetiva que existe y actúa como esfera central de orientación valorica del conjunto”, como una suerte de universalización de las instituciones sociales en todas las poblaciones humanas.
Los tres elementos centrales de la globalización son: la colonialidad del poder, el capitalismo y el eurocentrismo.




3) Explicar la relación entre cultura de elite y cultura popular.
Textos de Barbero,  Ginsburg, Bajtin y Le Roy  Ladurie
Para fundamentar las relaciones establecidas.

Para poder hablar de la relación entre cultura de elite y cultura popular deberíamos comenzar por establecer el marco conceptual en el que discurrimos ya que de por si cultura es una categoría compleja y controversial.
 Entendiendo por cultura la suma de conocimientos, saberes, creencias, instituciones sociales, y en general toda la producción humana de un grupo social, la adjetivación de elite presupone una división social en al menos dos grupos: uno hegemónico y otro subalterno, siendo la cultura de elite lo que el grupo hegemónico decide que sea, y lo popular lo que decide atribuir a lo que considera subalterno.
Durante el siglo XVIII europeo la cultura comienza a considerarse un valor, confundiéndose a veces  con educación, cuyo acceso esta limitado a las clases superiores, las cuales imbuidas del espíritu moderno desdeñan todo lo relacionado a las tradiciones como parte de un pasado desvalorizado: tradiciones que conforman una memoria colectiva, de transmisión oral y gestual y en la que abreva la cultura popular.
Debemos entonces tratar de definir lo que hace a la hegemonía y la subalternidad.
Marx afirma que “las ideas dominantes de una época son las ideas de la clase dominante” un pensamiento claramente etnocentrista, como si las clases dominadas no tuvieran ideas, pero justamente el sesgo hegemónico en la cultura tiende a privilegiar todo lo cultural asociado al poder, como nota de clase, poniendo en valor los bienes culturales de acceso minoritario, de alto costo, refinada elaboración, acceso complejo o limitado y lo opone a lo masivo, lo común, lo ordinario, lo grosero, lo carente de valor: lo popular.
Gramsci entiende lo hegemónico como un proceso dinámico que se constituye junto a lo subalterno en una relación dialéctica en la que ambos polos comparten intereses e imaginario común. Y entiende el folklore como cultura popular en el sentido de concepción del mundo y de la vida contrapuesta a la concepción oficial hegemónica.
En medio de esta relación entre lo hegemónico y lo popular aparece la “industria cultural” que convierte lo popular en “negocio” y lo desnaturaliza al volcarlo a los medios masivos de comunicación como un producto que al descontextualizarse pierde su carácter popular para convertirse en mercancía.
Bordieu aplica su definición de habitus de clase, como “la interiorización de los principios de un arbitrario cultural capaz de perpetuar en las prácticas los principio del arbitrario interiorizado”, a la comprensión del juego de la hegemonía y lo popular.
Cada participante del juego ocupa un lugar en el campo cultural, provisto de un capital cultural y un habitus y desde allí funciona como una matriz de percepciones, apreciaciones y acciones desde donde reproduce, produce y reelabora la cultura. Allí operan las distinciones de clase, basadas en la diferencia y la distancia, la legitimación social del gusto y el prestigio que se encarna en todos los terrenos del arte, de la moda, la alimentación, el deporte, etc. constituyendo un etnocentrismo de clase que naturaliza lo que elige y simultáneamente niega lo que excluye.
Certeau va mas allá del esquema de Bordieu y enfoca la creatividad dispersa que ocurre en el devenir de la cultura popular, que opera como oposición o resistencia, pero también como reelaboración creativa del universo cultural generando fusiones y transformaciones y constituyendo un capital intangible colectivo.
La cultura hegemónica, de elite, transcurre, circula por los medios oficiales en todas las épocas: es la cultura escrita, almacenada en las bibliotecas, enseñada y estudiada, aprobada socialmente, difundida por el poder, en cambio la cultura popular, subalterna tiene que abrirse paso y encuentra en el espacio publico, en los pasillos, en las plazas, en las casas, en las fiestas, los lugares donde puede  circular, donde se produce el encuentro de gentes y puede manifestarse. Así desde el medioevo europeo las fiestas populares, especialmente el carnaval, fueron el espacio tradicional donde lo popular tuvo un lugar de expresión: oportunidad de tomar la palabra o el gesto para hacerle un contrapunto a la cultura hegemónica, dialogo crítico en busca una síntesis superadora.
Esta circulación de conocimiento informales que hoy llamaríamos “radio-pasillo” al interior de las organizaciones, en la edad media también existía y esto se demuestra en el caso de Menocchio que documenta Ginzburg.
Menoccio es un panadero de pueblo al que le gusta charlar y exponer sus ideas y que cae en desgracia cuando un cura lo denuncia por herejía ante la inquisición: el registro del proceso da cuenta de que Menoccio  participa de un acervo cultural y de un imaginario tan contrario a la cultura oficial, pero tan legitimo como propio, que termina llevándolo a la hoguera por el simple hecho de exponerlo. Estas creencias que pergeña Menocchio en base a sus lecturas de libros que de alguna manera circulaban, tradiciones campesinas ancestrales, conversaciones con sus vecinos y su propia creatividad terminan siendo consideradas una herejía  por la cultura hegemónica de la época aunque a nuestros ojos resulten pueriles. Dan testimonio de la vigencia y vitalidad de tradiciones paganas y de un imaginario popular creativo y paralelo al discurso oficial, no siempre cuestionándolo sino a veces en una suerte de sincretismo.
El descubrimiento de la cultura popular es un hallazgo tardío de la modernidad: su revalorización plantea una serie de problemas ya que parece inasible: al tratar de capturar sus producciones, estas pasan a integrar la cultura hegemónica y se desgajan del campo popular, el cual no obstante no mengua su vitalidad y vigencia.




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